lunes, 26 de noviembre de 2012

"Cuentos", "cuentistas" y “cuenteros”

 "Cuentos", "cuentistas" y “cuenteros”

Desde hace años que me siento muy ligada al mundo de los cuentos.
Mi padre, gran contador de historias, desde muy pequeña me entretenía con las aventuras de los que él llamaba “Los Músicos improvisados”… Con el tiempo descubrí que aquellos músicos no eran sino los famosos protagonistas del clásico de los hermanos Grimm, “Los músicos de Bremen” y que él adaptaba para mí.
Recuerdo como una y otra vez le pedía que me contase esa historia, y él con aquella mirada de complicidad que caracteriza a los buenos narradores sonreía y me preguntaba ¿Estas segura?, no querrás mejor escuchar otro cuento.

Los narradores siempre me han fascinado: contadores, cuentistas, "cuentacuentos", “cuenteros”…. Incluso los charlatanes de feria han despertado en mí la inquietud por convertirme en uno de ellos. Los admiro, por su poder de convocatoria: con inocentes historias encandilan a un público heterogéneo dispuesto a escuchar (que no es poco)….
Cuantos políticos desearían que se les escuchara con la atención, la ingenuidad, la admiración y la incondicionalidad que muchos de estos artesanos de la palabra crean entre sus oyentes.
Hace años, siempre que oía a alguien contar una historia, me paraba a escuchar, me daba igual la temática o la calidad del narrador, lo que me maravillaba era la capacidad de convocatoria de su voz en sí misma…
Ahora con los años he empezado a reconocer entre buenos y mediocres… pero me sigo parando…

Y me he dado cuenta que una forma importante de fomentar la lectura, que al fin y al cabo no es más que la curiosidad por conocer historias, quizás empiece por escuchar la voz de los cuentistas…

Hoy termino así con esta pequeña reflexión, mañana quizás os cuente más secretos sobre cuentos, cuentistas y “cuenteros”

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